lunes, 3 de abril de 2017

“La salud del músico"

Mostraré en esta publicación, diferentes artículos aparecidos en la revista “Doce Notas” relacionados con “La Salud del Músico” y que creo pueden aportar información tanto a alumnos/as, como a profesores/as de especialidades instrumentales.

PROFESIÓN DE RIESGO
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

Aunque las apariencias no lo muestren, debe considerarse a los músicos como uno de los colectivos con mayor riesgo de sufrir enfermedades profesionales. Las estadísticas demuestran que más de tres cuartas partes de los músicos sufren algún tipo de lesión relacionada con su actividad a lo largo de su vida activa. Además, un tercio de los lesionados padece afecciones suficientemente graves como para frenar sus carreras. Seguramente el origen de todos los males radica en el hecho de que, en ninguno de los casos, el diseño del instrumento se adapta suficientemente a las características anatómicas del músico. Eso lleva a la adopción de malas posturas y genera tensiones. El factor fundamental no es otro que el trabajo repetitivo. (Un médico del S. XVII que estudió las enfermedades profesionales escribió ya en aquellos tiempos: “no hay movimiento que sea suficientemente liviano como para que, si lo repetimos suficientes veces, no nos acabe lesionando”).
Los problemas más frecuentes podrían englobarse en dos grandes grupos: los debidos a la acumulación de tensiones (contracturas musculares) y los provocados por el movimiento repetitivo (sobrecarga y sobreuso muscular, tendinitis, etc.). Si bien no existe una explicación clara para ello se ha considerado que, aunque todos pueden sufrir cualquier patología, las mujeres son más propensas a sufrir contracturas musculares mientras que los hombres padecen, mayormente, sobrecargas. Algunas de las citadas patologías pueden tardar meses en recuperarse totalmente, incluso siguiendo un tratamiento adecuado.
La base de una buena salud está en la prevención. Los consejos básicos serían: mantener una buena higiene de trabajo (pausas de 5’ cada 25-30’ de trabajo, estiramientos antes y después de tocar, tocar en condiciones adecuadas, no obsesionarse con los pasajes que no salen...), no realizar nunca cambios bruscos en la rutina de trabajo y, sobre todo, no dejar de escuchar nuestro cuerpo. Cuando tengamos fatiga o dolor hay que buscar la causa y realizar los cambios pertinentes.

PATOLOGÍAS DE LOS INTÉRPRETES
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata)

            El mundo del arte es vasto y complejo, Y aunque existe una gran cantidad de géneros y manifestaciones artísticas, nos centraremos sólo en una, no por ello menos amplia: las artes escénicas.. Al hablar de artes escénicas, nos referimos, ante todo, a infinidad de horas de estudio, de práctica, de ensayo, que tienen como objetivo último la representación ante el público. Por eso, los especialistas comparan el arte escénico con el deporte de élite y así, el artista es susceptible de sufrir patologías específicas, que pueden afectar a muy distintos niveles: neurológico, otorrinolaringológico, estomatológico, gástrico, psicológico, dermatológico, músculo-esquelético... Las estadísticas indican que los trastornos que aquejan con mayor frecuencia al mundo del arte escénico son en el aspecto músculo-esquelético, sobre todo por los llamados traumas acumulativos o síndromes de sobrecarga, dependiendo su gravedad de cuatro factores fundamentales: movimientos repetitivos, horas de dedicación, ergonomía y estrés.
Dentro de la práctica de cualquier manifestación artística, es necesario distinguir entre estudiantes, profesores, profesionales y no profesionales. El artista, primeramente, ha de adquirir, asimilar, perfeccionar y mantener una técnica determinada que no es sino la creación de hábitos y reflejos adquiridos por memoria propioceptiva (dícese de un tipo especial de sensibilidad, que informa de la situación de los órganos profundos de la vida de relación – músculos, articulaciones, etc.-), mediante la repetición de determinados gestos, posturas o movimientos. Esto significa una diferencia importante en cuanto a la cantidad de horas dedicadas a la práctica. Ni dedica el mismo número de horas un profesional que un estudiante, ni, por supuesto, su finalidad es la misma. A nivel profesional hay que contar, además, con el factor estrés, provocado por multitud de desencadenantes.
También hemos de tener en cuenta al hablar de artistas que cualquier leve molestia no significa sólo, como para otras personas, una merma en la calidad de vida. A todo esto debemos unir el hecho de que cualquier arte escénico (danza, música instrumental, canto, mímica, arte dramático, etc.) precisa de posturas o movimientos que, si de algo no podemos calificar es, precisamente, de ser “naturales” o “ergonómicos”; aunque el artista, debido a las horas de práctica, se note “cómodo”, en mayor o menor grado, al haberse “habituado” a ellas.
En suma, la unión de los factores mencionados ocasiona que el colectivo de personas que practiquen un arte, puedan sufrir de patologías desarrolladas y acentuadas por dicha práctica, cuya gravedad (que puede ir desde una simple molestia a la incapacidad funcional total y el cese de la actividad) depende del grado de dedicación del sujeto y que, de no tratarse a tiempo, pueden incluso acabar por convertirse en crónicas.

RENDIMIENTO CON MENOS RIESGO
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

Como ya hemos comentado en anteriores  artículos, una de las principales causas de lesión en el músico es el trabajo repetitivo. El músico, que en su proceso de aprendizaje repite cientos de veces un mismo acto motor, se sitúa en la cumbre de las profesiones con mayor riesgo de sufrir enfermedades profesionales.
Una vía de aminorar ese riesgo es tocar más racionalmente (no realizar cambios bruscos en la actividad, realizar pausas frecuentes, compensar el trabajo físico con ejercicios de acondicionamiento muscular, evitar tensiones, mejorar la postura y el gesto técnico, etc.). Otra posibilidad sería no tocar tanto, cada vez existen más evidencias científicas que nos confirman que practicando menos o, mejor dicho, practicando de forma diferente podemos conseguir también unos buenos resultados.
 De los primeros trabajos que apuntaron esa posibilidad se realizó con jugadores de baloncesto. A los sujetos analizados se les pidió que ensayaran mentalmente los tiros libres. Al cabo de unos días de “entreno” se observó que habían mejorado sensiblemente el porcentaje de aciertos. A partir de esta evidencia empezaron a aparecer trabajos que confirmaron la utilidad de lo que se llamó imagen motora o trabajo mental.
El trabajo mental puede realizarse de dos formas distintas: intentando imaginarse uno mismo realizando el acto motor (lo que se conoce como trabajo mental interno o en primera persona) y la visualización en tercera persona o externo. Ambas, en diferente grado, consiguen claramente su cometido: mejorar la destreza motora y disminuir los errores sin la necesidad de realizar esfuerzo físico y pudiéndose realizar sin necesitar ningún elemento propio de la actividad.
Pero se ha visto que el trabajo mental tiene sus limitaciones. En primer lugar nadie ha sido capaz de conseguir el mismo grado de mejoría del rendimiento si comparamos el trabajo mental con el real. Por otro lado se ha visto que el trabajo mental tiene poca o nula efectividad cuando se trata de aprender algo totalmente nuevo. Parece imprescindible que exista, en primer lugar, una base creada con trabajo real que, posteriormente, podrá mejorarse y refinarse con el trabajo mental.
Todo ello nos lleva a la conclusión de que imaginar que realizamos un gesto técnico, un pasaje o una pieza musical es una forma eficaz de mejorar nuestra habilidad y precisión sobre el instrumento.

MÉDICO DEL ARTE: EL LUTHIER DEL MÚSICO
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte).

Lo primero que hace un músico antes de ponerse a tocar su instrumento es, entre otras cosas, afinarlo. De hecho los cuidados que se le dedican van mucho más allá, incluso del limite de lo racional, sin que ello nos sorprenda. Pero sí nos chocaría que, por ejemplo, los miembros de una orquesta realizaran unos pequeños estiramientos, que nuestro profesor nos aconsejara unos ejercicios de calentamiento o que un compañero nos recomendara un centro de medicina del arte al que él asiste por un problema que padece.
Si consiguiéramos que el músico se preocupara de su cuerpo sólo una pequeña parte de lo que cuida su instrumento muchos de los problemas que acontecen a lo largo de su carrera (que, por desgracia, no son nada raros) no llegarían a presentarse.

“De vacaciones”
Los músculos del músico, cuando están sometidos a una carga de trabajo superior a la habitual, tienen la capacidad de adaptarse e, incluso, mejorar sus capacidades. Pero, para que esto se produzca, es necesario que la carga sea solo un poco mayor y que se vaya repitiendo un día tras otro con pequeños incrementos.
Si el cambio es demasiado intenso el músculo no sólo no podrá adaptarse si no que se sobrecargará y se expondrá a enfermar. De hecho, de entre las causas que pueden llevar a un músico a sufrir problemas de salud, la más habitual es el cambio en la rutina.
Es por ello que durante las vacaciones de verano, tanto si nos planteamos un descanso como si vamos a asistir a un curso intensivo, deberíamos planificar con suficiente antelación el cambio, ya sea porque vamos a pasar de ensayar dos horas al día a tocar ocho o porque pensamos recuperar el ritmo para el inicio del curso después de semanas de descanso.
Cuanto mayor vaya a ser el cambio previsto más tiempo de adaptación requerirá. Aumentar un poco cada día (una hora cada dos semanas puede ser adecuado) permitirá que nuestros músculos se vayan adaptando disminuyendo, así, el riesgo de enfermar.

EMPIEZA EL CURSO, ELEGIR UN INSTRUMENTO
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

Cientos de niños en toda España tendrán este otoño su primer contacto con un instrumento musical. Los gustos del niño, las preferencias de los padres, los consejos del profesor, el precio del instrumento o, incluso, si éste va a caber o hacer juego con los muebles del salón van a ser los principales argumentos para escoger uno u otro. Pero muy raramente, ya sea por desconocimiento o falta de profesionales capacitados, van a tenerse en cuenta las aptitudes físicas o condicionantes médicos del futuro instrumentista.
Así, por ejemplo, un niño con los dientes inferiores con tendencia a crecer hacia fuera, si elige el clarinete, puede ahorrarse un montón de dinero en ortodoncia. Una niña con deformidad en la columna hacia la izquierda posiblemente empeorará la evolución de ésta si escoge el violín pero la corregirá si se decide por la flauta travesera.
No estamos sugiriendo que sea el médico quién “recete” el mejor instrumento para cada niño. Simplemente que, entre muchos otros condicionantes, se tenga también en cuenta que las posiciones, los movimientos y las necesidades de transporte propios de cada instrumento, incidirán sin ningún género de duda en el desarrollo del niño... Y por ello deberían también ser sopesados en cada caso.

ATRAPAMIENTO NERVIOSO. EL SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO (I)
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata) 

El conocimiento de las tecnopatías que afectan al sistema nervioso no sólo es muy importante, sino imprescindible a la hora de conseguir una buena calidad en las condiciones laborales. Sobre todo, en el caso de los músicos instrumentistas, por las consecuencias que puede causar en su vida profesional padecer alguna de estas tecnopatías.

Dentro de los trastornos que afectan al sistema nervioso derivados de la actividad profesional, nos encontramos con lesiones físicas directas debido a golpes (traumatismos) o a pinzamientos y atrapamientos nerviosos (a causa de movimientos repetitivos).

Las lesiones por movimientos repetitivos se producen por los continuos microtraumatismos que el cuerpo no tiene tiempo de sanar. Esto puede ocurrir por cambios patológicos del tejido conectivo y del tejido óseo tales como rotura ligamentaria, degeneración y rotura tendinosa, fracturas por estrés o atrapamiento nervioso. Estas lesiones implican desde dolor y limitación en los movimientos hasta incapacidad completa en el trabajo y en la vida diaria.

Dentro de las lesiones por atrapamiento nervioso uno de las más frecuentes que afectan al colectivo de los músicos, es el llamado Síndrome del Túnel Carpiano, patología de la mano de tipo neurológico caracterizada por la compresión del nervio mediano cuando pasa por el Túnel Carpiano.

En la cara anterior del Carpo entre los dos huesos más externos del mismo (el Escafoides y el Trapecio) y los dos huesos más internos (el Pisiforme y el ganchito del Ganchoso, que a su vez está reforzado por el ligamento transverso del Carpo) se forma una estructura que recibe el nombre de Túnel Carpiano. Por él discurren, entre el antebrazo y la mano, numerosas estructuras como el nervio Cubital, los tendones flexores o el nervio Mediano, protagonista del presente artículo.

El nervio Mediano se encarga de proporcionar información sensitiva y motora a una parte del antebrazo y de la mano. Como el Túnel Carpiano no es una estructura flexible, cualquier trastorno de dicha estructura comprimirá al nervio mediano, desencadenando este cuadro.

Este problema se produce con mayor frecuencia en las mujeres porque presentan, estructuralmente, un canal carpiano más estrecho que el de los hombres.

Las causas que pueden producir un Túnel Carpiano son variadas: fracturas de los huesos del Carpo, fracturas  del Escafoides, artritis (inflamación del hueso) de la muñeca, inflamación del ligamento transverso debido a traumatismos repetitivos en la cara anterior de la muñeca, engrosamiento de los elementos que pasan por el túnel como tendones o arterias, neurinomas del propio nervio Mediano (engrosamiento del nervio), luxaciones de cualquier hueso del Carpo...

Los síntomas que se dan son de tipo neurálgico. Aparecen parestesias (hormigueos) y dolor que baja en ocasiones desde el hombro, codo, antebrazo y llega hasta la mano afectando a los tres primeros dedos (pulgar, índice y media). El dolor puede llegar a ser más intenso afectando a los músculos del dedo pulgar como la eminencia tenar, produciéndose así la pérdida de fuerza y dificultad al coger objetos y moverlos.

Respecto a los instrumentistas que más se ven afectados por el síndrome del Túnel Carpiano, se encuentran, entre otros, los guitarristas, violinistas, violas, percusionistas y pianistas.


KINESIOLOGÍA Y BIOMECÁNICA DE LAS ARTES ESCÉNICAS
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata)

La Kinesiología quiere decir tratado del movimiento. Así pues tratará de las alteraciones del movimiento muscular, es decir, del comportamiento de los músculos.
En cuanto a la biomecánica es la disciplina que tiene por objeto el estudio de las estructuras de carácter mecánico y su aplicación al cuerpo humano y su sistema locomotor.
Los movimientos del cuerpo, incluso cuando éste permanece quieto o relajado, son producidos por los músculos. Así pues siempre tenemos en nuestro organismo músculos que se hallan trabajando. Incluso en el caso del reposo corporal, los músculos que estarían en funcionamiento serían los pertenecientes a la llamada musculatura estática.
En cuanto a los “instrumentos”, el músico instrumentista no realiza, normalmente, desplazamientos por el escenario. Así que es el colectivo que menos riesgo corre de sufrir lesiones por traumatismo. Pero, curiosamente, la exigencia a nivel muscular, les hace más propensos a padecer síndromes de sobrecarga. Para estos profesionales es vital el tema de la ergonomía: También deberían contar con una tabla de calentamientos y estiramientos, incluso para realizar en escena.

ENFERMEDAD PROFESIONAL
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

Los pocos profesionales que nos dedicamos a la medicina del arte, aunque ya exista una bibliografía considerable, todavía no hemos tenido suficiente tiempo como para investigar, publicar y divulgar extensamente en todos los ámbitos. Eso favorece que los tratamientos que se apliquen a los músicos sean exactamente los mismos que se usan en otras profesiones y eso no siempre es adecuado.
Un ejemplo de ello sería la distonía, considerada una enfermedad común en la población general. Existe una variante de distonía que afecta al músico y cuya causa en este colectivo es, exclusivamente, el hecho de haber tocado durante años un instrumento musical. Es claramente, pues, una enfermedad de tipo profesional.
Pero, al afectar sólo a los músicos, es poco probable que un médico que no atienda exclusivamente a este colectivo llegue a ver suficientes casos como para adquirir suficiente experiencia y pueda entenderlos y atenderlos adecuadamente. Eso condicionará que fácilmente equipare a la afección a la que padece la población general. Con ello no solamente aplicará tratamientos inapropiados si no que, además, catalogará de enfermedad común esta afección profesional.
(DISTONÍA: Alteración del tono normal de un órgano o estructura, en la que el paciente adopta posturas fijas en determinados grupos musculares).

¿CÓMO SE PUEDE GRADUAR LA GRAVEDAD DE UNA LESIÓN?
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata)

Estadísticamente, podemos comprobar que dentro del colectivo de los instrumentistas y de los cantantes, la zona más afectada, en cuanto a lesiones, es la columna vertebral en general y las extremidades superiores, dorsales, lumbares y cervicales en particular.
Según varias encuestas realizadas a profesores, alumnos aficionados y a profesionales se ha llegado a la conclusión de que aproximadamente un 87% sufren de problemas relacionados con el sistema musculoesquelético. Y eso es debido, principalmente, a malas posturas y a movimientos repetitivos agravados por factores como la presión, el estrés y por el número de horas de trabajo que la música demanda para la preparación de exámenes, ensayos, etc.
Básicamente, los signos más comunes que podemos observar y que nos demuestran que algo no anda bien son, en primer lugar, la inflamación en músculos, en elementos de sujeción como los tendones o las propias articulaciones. Podemos encontrarnos también con enrojecimiento o rubor que puede presentarse con sensación de calor al tacto. Por último, otro signo, es la dificultad de movimiento de una determinada articulación.
En cuanto a los síntomas, que pueden presentarse, habría que destacar, por un lado la falta de sensibilidad sobre todo en las extremidades superiores (brazos y manos); por otro lado, el hormigueo que muchas veces notamos en los dedos de las manos y que se denominan parestesias.
El síntoma más frecuente y reconocible es el dolor. Para poder graduar la gravedad de una lesión derivada de la práctica de cualquier arte escénica, hemos de responder a las siguientes preguntas: ¿Cuándo comienza el dolor?, ¿Cuánto tiempo dura?, ¿Cómo nos afecta a la hora de tocar o interpretar?, ¿Cómo afecta a nuestra vida cotidiana?
En un primer nivel, se presenta el dolor, bien durante o bien después de la práctica del instrumento, pero aún se puede seguir tocando con normalidad sin verse limitado por este dolor que se puede denominar como leve.
En un segundo nivel podemos hablar de dolor moderado. Aparece el dolor durante la práctica del instrumento y comienza a afectar a actividades de la vida diaria.
Se puede calificar de grave cuando vemos que ese dolor se manifiesta ya durante todas las actividades de nuestra vida diaria. La persona es incapaz de  tocar cualquier instrumento, de dar clase o ensayar con normalidad.
Es muy importante analizar en que nivel de dolor nos encontramos. Si nos encontramos en el nivel uno, será necesario modificar en la medida de lo posible la técnica, la postura y las horas de dedicación al instrumento y observar la progresión del dolor. Si nos encontramos en los niveles dos y tres, es mejor solicitar la ayuda profesional de médicos, fisioterapeutas, osteópatas, naturópatas... También es importante que el profesional al que se solicite ayuda, comprenda la especialidad de las artes escénicas de igual manera que el deportista que sufre una lesión acude a especialistas en medicina deportiva.

PATOLOGÍAS MÚSCULO-ESQUELÉTICAS EN LA MÚSICA INSTRUMENTAL
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata)

            Las zonas que más índice de problemas causan son los miembros superiores y columna, en especial, la cervical (cervicalgias). También son muy comunes las lumbalgias y dorsalgias.
            Antes de pasar a enumerar las patologías más representativas que afectan a las distintas familias de instrumentos, explicaremos, muy básicamente algunos términos:

-    Tendinitis y Tenosinovitis: Inflamación localizada en el tendón y su vaina sinovial, entendiendo como tal el envoltorio que rodea el tendón compuesto a su vez por un líquido que hace de lubricante llamado líquido sinovial.
-         Tenosinovitis de De Quervain: Inflamación de la vaina del tendón del abductor del dedo gordo de la mano.
-        Epicondilitis, también llamado “codo del tenista”: Inflamación del cóndilo humeral que se encuentra en la zona externa del codo.
-        Síndrome del Túnel Carpiano: Atrapamiento del nervio mediano al pasar por la zona del carpo de la muñeca donde se ha producido un estrechamiento del mismo debido a sobreuso, sobreesfuerzo, traumatismos...
-        Síndrome del Túnel Cubital: Atrapamiento del nervio cubital de similares características que el anterior.
-        Braquialgias: Dolores musculares que afectan al hombro e irradian hacia el brazo.
-     Síndrome subacromial: Afectación de los tendones que se encuentran por debajo del acromion en el hombro.

En cuanto a las patologías más frecuentes en las distintas familias de instrumentos, los pianistas y teclistas suelen sufrir tendinitis De Quervain, síndrome del túnel carpiano, tendinitis de extensores, tendinitis flexores 4º y 5º, tenosinovitis con o sin resorte de la 1ª polea de los dedos, epicondilitis. También problemas lumbares debido a la postura de la columna al tocar.
Los guitarristas e instrumentistas de cuerda (frotada y punteada) padecen de tendinitis bilateral de extensores del carpo radiales, tendinitis extensor común de los dedos, tendinitis bilateral del extensor del carpo cubital, tenosinovitis del compartimento cubital, tendinitis de De Quervain, síndrome del túnel carpiano, síndrome subacromial, braquialgias, epicondilitis.
Los instrumentistas de viento en general, aparte de la tendinitis de De Quervain, sufren de graves problemas estomatológicos y de estructura maxilofacial según se trate de vientos madera o metal, a consecuencia de las embocaduras. Además, en el caso de trompetistas, son frecuentes las tenosinovitis de la primera polea de los dedos. Y en el caso de flauta y la trompa, la tendinitis del extensor del carpo cubital izquierdo y la tendinitis del extensor común de los dedos.
La familia de la percusión, puede padecer tendinitis de De Quervain y epicondilitis, síndrome del túnel carpiano: Y, en cuanto a los directores de orquesta, también sufren de patologías derivadas del ejercicio de su profesión, como el síndrome subacromial por el movimiento continuo de la batuta.

INDEPENDENCIA DE LOS DEDOS
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

            La capacidad de mover por separado los dedos de la mano es una habilidad perseguida por cualquier músico. No nos extraño pues cómo muchos de ellos dedican horas de arduo trabajo a mejorarla.
Uno de los casos más conocidos fue el de R. Schumann quien, obsesionado por obtener una mayor libertad entre su tercer y cuarto dedo, se hizo construir un teclado portátil que le permitiera entrenar a todas horas. Viendo que ese trabajo intensivo no era suficiente, decidió utilizar un sistema de poleas que ataba a los dedos. Al contrario de lo que esperaba consiguió que su mano enfermara y jamás volviera a tocar correctamente con ella.
            Seguramente él no sabía que, aunque es evidente que la práctica puede mejorarlas, existen una serie de limitaciones anatómicas que conllevan que la independencia  absoluta de los dedos sea una utopía. La falta de músculos propios para cada uno de los dedos y, sobre todo, la existencia de un elevado número de interconexiones entre los tendones hacen de ésta una tarea biomecánicamente imposible. Así, luchar desmesuradamente por vencerla no solamente resultará inútil si no que, seguramente, acabará por lesionarnos.

¿Existe alguna solución para el llamado “cáncer del músico” ? (distonía focal)
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

            Parece que fue R. Schumann, obsesionado por conseguir la independencia de sus dedos, el primer intérprete conocido que pudo haber sufrido una curiosa y devastadora afección denominada distonía focal o, más popularmente, el “cáncer del músico” un problema que, actualmente, podría estar afectando a uno de cada doscientos instrumentistas.
Las causas que llevan a un músico a desarrollarla no están totalmente esclarecidas. De todas formas, aunque parece incuestionable que debe existir algún tipo de predisposición personal, parece muy probable que se centren en la práctica instrumental intensiva y en los motivos de estrés, tanto físicos como psíquicos.
El síntoma básico es la pérdida gradual de la coordinación de un movimiento determinado sobre el instrumento que, al poco tiempo, se acompaña de tensión en otras de la mano o el antebrazo. Una de las principales características de estos síntomas es que tales alteraciones no se presentan, o lo hacen con mucha menor intensidad, cuando el mismo gesto se ejecuta fuera del instrumento.
Seguramente fue esta curiosa selectividad, junto a otros equívocos, la que llevó a considerar, hace varios decenios, la distonía focal como una afección de tipo psiquiátrico. Actualmente, una vez reconocido universalmente que se trata de una afección de tipo neurológico no degenerativo, han proliferado los estudios en busca de las alteraciones subyacentes a esta dolencia. Los datos existentes parecen indicar que, tal y como sucede de forma natural en cualquier proceso de aprendizaje, el trabajo intensivo en el instrumento comportaría una serie de cambios en la organización del sistema nervioso central.
En sujetos predispuestos en que el trabajo ha sido demasiado agresivo esta especialización y automatización de los movimientos (imprescindible para poder ejecutar movimientos complejos a gran velocidad y precisión) no se detendría  en el punto deseado. En ellos se ultrapasan, involuntaria e inconscientemente, los límites perseguidos de refinamiento neurológico estableciéndose unos circuitos neuronales súper especializados anómalos y de alta energía cortical.
Se han intentado multitud de remedios: acupuntura, quiropraxia, relajación, hipnosis, homeopatía, intervenciones quirúrgicas y todo tipo de medicaciones sin que ninguno de ellos haya demostrado un efecto consistente ni duradero. Incluso la toxina botulínica, un medicamento inyectado que se ha mostrado bastante útil en otro tipo de distonías, resulta poco eficaz en los músicos, aunque se aplicaba por manos expertas. Por todo ello se ha tendido a considerar la distonía focal como una enfermedad incurable.
Sin embargo , interesantes líneas de trabajo,  la más considerable de ellas en Francia, demostraron que, como mínimo en algunos casos, es posible “reprogramar” el cerebro distónico. El problema básico de estas terapias es su bajo índice de resultados y la extremada larga duración del tratamiento.
Estas limitaciones llevaron, hace poco más de tres años, a investigadores de la Universidad de Konstanz (Alemania) y del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa a buscar nuevas alternativas. Así, basándose sobre todo en los resultados de estudios propios, se llegó a la conclusión de que la mejor manera de “combatir” esas modificaciones de alta energía neuronal debería sé basándose en el mismo principio que lo causó: el movimiento repetitivo intenso. Para ello se diseñaron programas de trabajo sobre el propio instrumento en los que, intencionadamente, se limita el movimiento de alguno de los dedos con la intención de que el cerebro, al tocar el instrumento, no pueda recurrir a los programas automáticos alterados y le obligue a “crear”  unos nuevos y correctos.
El trabajo conjunto de estos dos centros que, desde hace un año, se realiza de forma centralizada sólo en Terrassa parece haber aportado algunos frutos interesantes y, de los más de cuarenta instrumentistas tratados hasta el momento, cerca de un ochenta por ciento ha conseguido mejorar su afección e, incluso, recuperar su nivel previo de interpretación.
Las grandes ventajas del tratamiento, dejando de lado el mayor número de buenos resultados, son que el paciente trabaja continuamente con su instrumento (aunque con ciertas limitaciones) y que los efectos de la terapia, si ésta es efectiva, se suelen empezar a notar de inmediato.
Los principales puntos por resolver, y que hacen que deba considerarse esta terapia todavía como experimental, son  el corto tiempo de seguimiento y el hecho de que todavía no se ha conseguido reproducir los buenos resultados en todos los pacientes y todos los instrumentos. Es por ello que los principales esfuerzos actuales van encaminados a poder mejorar el tratamiento para que sea efectivo en un mayor número de casos, acortar el tiempo de tratamiento (que actualmente es de un año) y adquirir mayor experiencia y seguimiento de los pacientes tratados.

GESTALT para músicos
(Marisa Manchado es compositora)

“Me pasé todo el concierto intentando ver que hacía técnicamente, y finalmente me di cuenta de que no había nada que ver porque en realidad no hacía nada”. (Carmen Martínez, pianista, sobre un recital de György Debok).
            Como diría Paco Peñarrubia (Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Manual del Curso Básico), de los muchos apellidos con que se ha denominado a la terapia Gestalt – “terapia de aquí y ahora”, “terapia del contacto”, “terapia de concentración”, etc.- seguramente el más simple y descriptivo sea “terapia de darse cuenta”. Darse cuenta es la traducción del original inglés “AWARENESS”. En publicaciones argentinas se suele hablar de tomar conciencia y Claudio Naranjo (La vieja y novísima gestalt, 1989 Ed. Cuatro Vientos, Chile) a ha acuñado otro verbo: percatarse. “Awareness” tiene también las connotaciones de estar alerta y atento, con actitud de estar despierto, no con esfuerzos voluntariosos: “la capacidad de darse cuenta “awareness”, podría describirse como la melliza desdibujada de la atención.
            En el caso del aprendizaje de un instrumento: hasta que no “dominamos la técnica” no somos capaces de “disfrutar”, “interpretar”, etc.
¿Qué es entonces el darse cuenta? La espiritualidad oriental hablaría de “iluminación”, las tradiciones chamánticas hablan de conocimiento” (el hombre que “ve”, la persona de conocimiento), etc.
            En Gestalt, el terapeuta utiliza sus propios sentimientos y estados de ánimo como instrumentos terapéuticos.
            La Gestalt, que es la filosofía de lo obvio, tiene tres preceptos básicos que no son obligaciones sino realidades:

1.   Valoración de la actualidad temporal, espacial y material, es decir, el presente en lugar del pasado o el futuro, lo presente en lugar de lo ausente, y el acto en lugar del símbolo.
2.     Valoración de la atención y aceptación de la experiencia.
3.    Valoración de la responsabilidad, entendiendo que somos responsables de nosotros mismos, queramos o no. La terapia Gestalt acentúa la conciencia de esta responsabilidad, con una permanente invitación a que la persona se responsabilice de lo que está haciendo, sintiendo, evitando, negando, deseando, inhibiendo, etc.

¿Cómo puede ayudar la terapia Gestalt a los músicos?
            La conciencia de qué nos está pasando (tanto física como intelectual o emocionalmente); cómo sentimos el cuerpo (tenso, relajado o, directamente, no lo sentimos); que emoción nos produce la música que estamos interpretando; la concentración en la interpretación, en la escucha, tanto interna como externa; y, finalmente, la comunicación que solamente se produce cuando “en lugar de interrogar-preguntar nos mostramos-enseñamos desde uno mismo”, son elementos básicos en la formación de un músico e indispensables en la actividad profesional.
            La Gestalt trabaja desde el presente y en el más riguroso “aquí y ahora” de manera que valorar la experiencia e incorporarla para tomar conciencia de que estamos “evitando”, por ejemplo, nos ayudará a ser honestos con nuestras dificultades “musicales” y también a valorar nuestras capacidades y habilidades; porque tantas dificultades tenemos para la frustración, es decir, para reconocer nuestros límites, como para reconocer nuestras posibilidades y recursos. Tan difícil nos resulta asumir que nuestras habilidades técnicas son limitadas, porque nuestras capacidades son así, como –a la inversa- reconocer que nuestras capacidades no están “explotadas” lo suficiente.
            Nos ayudará también a desvelar el fantasma de la “exigencia” y el perfeccionismo técnico, ya que se nos olvida que la técnica es un medio y no un fin, y ahí nos perdemos. Por último, el desarrollo de la espontaneidad y la creatividad son intrínsicos a la terapia Gestalt, ya que es uno de sus preceptos básicos, y cabría decir lo mismo del “hacer musical”, parafraseando a Baudelaire “lo imprevisible convertido en necesidad”, eso es el arte, y pocas sorpresas, musicales y vitales, obtendremos si no trabajamos con una actitud espontánea y creativa.

ATRAPAMIENTO NERVIOSO. EL SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO (II)
(por José Luis Linares, Masajista-Osteópata)

En general, el tratamiento, depende de la intensidad de la lesión. Se recomienda reposo, férulas especiales para la muñeca (género de plantas vivaces que comprende unas 70 especies, de las regiones cálidas del Mediterráneo y de Asia Central), antiinflamatorios, frío local, modificaciones ergonómicas, es decir, cambios en los hábitos posturales. Para un siguiente nivel de dolor, se suelen emplear inyecciones con corticoides. Por último si persiste el problema, el tratamiento a seguir es el quirúrgico.
¿En qué consiste la operación de un túnel carpiano? Se suele realizar de forma ambulatoria, la persona después de la intervención se marcha a su casa, siempre y cuando no surjan complicaciones. La intervención, consiste en una incisión en la muñeca, se emplea anestesia local y viene a durar unos 10 ó 15 minutos. Se corta el ligamento transverso que pasa por encima del nervio mediano para que deje de estar comprimido y asís liberarlo. Tras la intervención, la muñeca puede ser inmovilizada con un vendaje grande y una muñequera para ayudar a estabilizar la zona. La férula se utiliza durante las dos primeras semanas después de la operación.
Ahora bien, aparte de los distintos tratamientos de la medicina tradicional, no debemos descartar los de la medicina alternativa. Si el músico elige un tratamiento combinado de osteopatía y masaje, primeramente será necesaria una valoración previa por el terapeuta. Existen casos en los que se diagnostica túnel carpiano y, sin embargo, a pesar de que los síntomas eran muy similares, el problema no procedía del estrechamiento del canal sino de algún punto de presión a lo largo del recorrido del nervio mediano. Dicha valoración consiste en una exploración palpatoria neuromuscular siguiendo todo el recorrido del nervio mediano desde su origen hasta su inserción. Siendo su origen la zona dorsocervical, va descendiendo por el hombro hacia el brazo, antebrazo y se inserta en la mano hacia los dedos. Mediante técnicas de masaje se descarga toda la musculatura de la espalda ya que existen muchos músculos profundos que al estar contracturados pueden atrapar la raíz del nervio. Por último, se puede aplicar una batería de estiramientos y correcciones osteopáticas totalmente personalizada.

NECESIDAD Y UTILIDAD DE LAS PAUSAS
(por Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)

            Necesidad, de realizar pausas en la rutina del entrenamiento, descansar algún día de vez en cuando para recuperar fuerzas.
Esto se basa en que, en primer lugar, para contribuir a consolidar el aprendizaje, resulta imprescindible un receso. El cerebro necesita reforzar el material relevante que ha adquirido y eliminar el superfluo y eso requiere un cierto grado de sosiego neurológico.
El músico acumula un cierto grado de fatiga física al tocar. Por ello, parece también lógico que se plantee la posibilidad de descansar de vez en cuando. Más aún, como se ha demostrado en este colectivo, al centrarse el esfuerzo sólo en pequeños grupos musculares suele tratarse, de un cansancio sutil y, a menudo imperceptible.
También parece comprensible que, para mantener una correcta higiene mental, resulta provechoso desconectar del instrumento, aunque sólo sea unos pocos días al mes. Sin dudad se trata de encontrar un equilibrio entre lo mínimo que el músculo necesita para que la pausa sea efectiva y lo máximo que el cerebro pueda tolerar de pérdida.
Debe añadirse que tocar muy irregularmente es un factor de riesgo añadido de enfermar. Eso es debido a que la adaptación a cualquier esfuerzo pasa por mantener un ritmo de trabajo lo más constante posible. Aconsejaríamos que el músico se acostumbrara a incorporar pequeños descensos regulares de su actividad instrumental. Puede tratarse simplemente, de un día de menor intensidad de trabajo. El consejo sería que el músico, a partir de lo dicho, experimentara y encontrara el punto justo que se adapte mejor a su tipología.

No hay comentarios:

Publicar un comentario