Mostraré en esta publicación, diferentes artículos aparecidos en la revista
“Doce Notas” relacionados con “La Salud del Músico” y que creo pueden aportar
información tanto a alumnos/as, como a profesores/as de especialidades instrumentales.
PROFESIÓN DE RIESGO
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Aunque
las apariencias no lo muestren, debe considerarse a los músicos como uno de los
colectivos con mayor riesgo de sufrir enfermedades profesionales. Las
estadísticas demuestran que más de tres cuartas partes de los músicos sufren
algún tipo de lesión relacionada con su actividad a lo largo de su vida activa.
Además, un tercio de los lesionados padece afecciones suficientemente graves
como para frenar sus carreras. Seguramente el origen de todos los males radica
en el hecho de que, en ninguno de los casos, el diseño del instrumento se
adapta suficientemente a las características anatómicas del músico. Eso lleva a
la adopción de malas posturas y genera tensiones. El factor fundamental no
es otro que el trabajo repetitivo. (Un médico del S. XVII que estudió las
enfermedades profesionales escribió ya en aquellos tiempos: “no hay movimiento
que sea suficientemente liviano como para que, si lo repetimos suficientes
veces, no nos acabe lesionando”).
Los
problemas más frecuentes podrían englobarse en dos grandes grupos: los debidos a la acumulación
de tensiones (contracturas musculares) y los provocados por el movimiento
repetitivo (sobrecarga y sobreuso muscular, tendinitis, etc.). Si bien no
existe una explicación clara para ello se ha considerado que, aunque todos
pueden sufrir cualquier patología, las mujeres son más propensas a sufrir
contracturas musculares mientras que los hombres padecen, mayormente,
sobrecargas. Algunas de las citadas patologías pueden tardar meses en
recuperarse totalmente, incluso siguiendo un tratamiento adecuado.
La
base de una buena salud está en la prevención. Los consejos básicos serían: mantener una buena
higiene de trabajo (pausas de 5’ cada 25-30’ de trabajo, estiramientos
antes y después de tocar, tocar en condiciones adecuadas, no obsesionarse con
los pasajes que no salen...), no realizar nunca cambios bruscos en la rutina de
trabajo y, sobre todo, no dejar de escuchar nuestro cuerpo. Cuando
tengamos fatiga o dolor hay que buscar la causa y realizar los cambios
pertinentes.
PATOLOGÍAS DE LOS INTÉRPRETES
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
El
mundo del arte es vasto y complejo, Y aunque existe una gran cantidad de
géneros y manifestaciones artísticas, nos centraremos sólo en una, no por ello
menos amplia: las artes escénicas.. Al hablar de artes escénicas, nos
referimos, ante todo, a infinidad de horas de estudio, de práctica, de ensayo,
que tienen como objetivo último la representación ante el público. Por eso, los
especialistas comparan el arte escénico con el deporte de élite y así, el
artista es susceptible de sufrir patologías específicas, que pueden afectar a
muy distintos niveles: neurológico, otorrinolaringológico, estomatológico,
gástrico, psicológico, dermatológico, músculo-esquelético... Las
estadísticas indican que los trastornos que aquejan con mayor frecuencia al
mundo del arte escénico son en el aspecto músculo-esquelético, sobre todo por
los llamados traumas acumulativos o síndromes de sobrecarga, dependiendo su
gravedad de cuatro factores fundamentales: movimientos repetitivos, horas de
dedicación, ergonomía y estrés.
Dentro
de la práctica de cualquier manifestación artística, es necesario distinguir
entre estudiantes, profesores, profesionales y no profesionales. El artista,
primeramente, ha de adquirir, asimilar, perfeccionar y mantener una técnica
determinada que no es sino la creación de hábitos y reflejos adquiridos por
memoria propioceptiva (dícese de un tipo especial de sensibilidad, que informa
de la situación de los órganos profundos de la vida de relación – músculos,
articulaciones, etc.-), mediante la repetición de determinados gestos, posturas
o movimientos. Esto significa una diferencia importante en cuanto a la cantidad
de horas dedicadas a la práctica. Ni dedica el mismo número de horas un
profesional que un estudiante, ni, por supuesto, su finalidad es la misma. A
nivel profesional hay que contar, además, con el factor estrés, provocado por
multitud de desencadenantes.
También
hemos de tener en cuenta al hablar de artistas que cualquier leve molestia no
significa sólo, como para otras personas, una merma en la calidad de vida. A todo esto debemos unir el
hecho de que cualquier arte escénico (danza, música instrumental, canto,
mímica, arte dramático, etc.) precisa de posturas o movimientos que, si de
algo no podemos calificar es, precisamente, de ser “naturales” o “ergonómicos”;
aunque el artista, debido a las horas de práctica, se note “cómodo”, en mayor o
menor grado, al haberse “habituado” a ellas.
En
suma, la unión de los factores mencionados ocasiona que el colectivo de
personas que practiquen un arte, puedan sufrir de patologías desarrolladas y
acentuadas por dicha práctica, cuya gravedad (que puede ir desde una simple molestia a la
incapacidad funcional total y el cese de la actividad) depende del grado de
dedicación del sujeto y que, de no tratarse a tiempo, pueden incluso acabar por
convertirse en crónicas.
RENDIMIENTO CON MENOS RIESGO
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Como
ya hemos comentado en anteriores
artículos, una de las principales causas de lesión en el músico es el
trabajo repetitivo.
El músico, que en su proceso de aprendizaje repite cientos de veces un mismo
acto motor, se sitúa en la cumbre de las profesiones con mayor riesgo de sufrir
enfermedades profesionales.
Una vía de aminorar ese riesgo es tocar más
racionalmente
(no realizar cambios bruscos en la actividad, realizar pausas frecuentes,
compensar el trabajo físico con ejercicios de acondicionamiento muscular,
evitar tensiones, mejorar la postura y el gesto técnico, etc.). Otra posibilidad
sería no tocar tanto, cada vez existen más evidencias científicas que nos
confirman que practicando menos o, mejor dicho, practicando de forma
diferente podemos conseguir también unos buenos resultados.
De los primeros trabajos que apuntaron esa
posibilidad se realizó con jugadores de baloncesto. A los sujetos analizados se
les pidió que ensayaran mentalmente los tiros libres. Al cabo de unos
días de “entreno” se observó que habían mejorado sensiblemente el porcentaje de
aciertos. A partir de esta evidencia empezaron a aparecer trabajos que
confirmaron la utilidad de lo que se llamó imagen motora o trabajo mental.
El
trabajo mental puede realizarse de dos formas distintas: intentando imaginarse
uno mismo realizando el acto motor
(lo que se conoce como trabajo mental interno o en primera persona) y la
visualización en tercera persona o externo. Ambas, en diferente grado,
consiguen claramente su cometido: mejorar la destreza motora y disminuir los
errores sin la necesidad de realizar esfuerzo físico y pudiéndose realizar sin
necesitar ningún elemento propio de la actividad.
Pero
se ha visto que el trabajo mental tiene sus limitaciones. En primer lugar nadie ha sido
capaz de conseguir el mismo grado de mejoría del rendimiento si comparamos el
trabajo mental con el real. Por otro lado se ha visto que el trabajo mental
tiene poca o nula efectividad cuando se trata de aprender algo totalmente
nuevo. Parece imprescindible que exista, en primer lugar, una base creada
con trabajo real que, posteriormente, podrá mejorarse y refinarse con el
trabajo mental.
Todo
ello nos lleva a la conclusión de que imaginar que realizamos un gesto técnico,
un pasaje o una pieza musical es una forma eficaz de mejorar nuestra habilidad
y precisión sobre el instrumento.
MÉDICO DEL ARTE: EL LUTHIER DEL
MÚSICO
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte).
Lo
primero que hace un músico antes de ponerse a tocar su instrumento es, entre
otras cosas, afinarlo.
De hecho los cuidados que se le dedican van mucho más allá, incluso del limite
de lo racional, sin que ello nos sorprenda. Pero sí nos chocaría que, por
ejemplo, los miembros de una orquesta realizaran unos pequeños estiramientos,
que nuestro profesor nos aconsejara unos ejercicios de calentamiento o que un
compañero nos recomendara un centro de medicina del arte al que él asiste por
un problema que padece.
Si
consiguiéramos que el músico se preocupara de su cuerpo sólo una pequeña parte
de lo que cuida su instrumento muchos de los problemas que acontecen a lo largo
de su carrera
(que, por desgracia, no son nada raros) no llegarían a presentarse.
“De
vacaciones”
Los
músculos del músico, cuando están sometidos a una carga de trabajo superior a la
habitual, tienen la capacidad de adaptarse e, incluso, mejorar sus capacidades.
Pero, para que esto se produzca, es necesario que la carga sea solo un poco
mayor y que se vaya repitiendo un día tras otro con pequeños incrementos.
Si
el cambio es demasiado intenso el músculo no sólo no podrá adaptarse si no que
se sobrecargará y se expondrá a enfermar. De hecho, de entre las causas que
pueden llevar a un músico a sufrir problemas de salud, la más habitual es el
cambio en la rutina.
Es
por ello que durante las vacaciones de verano, tanto si nos planteamos un
descanso como si vamos a asistir a un curso intensivo, deberíamos planificar
con suficiente antelación el cambio, ya sea porque vamos a pasar de ensayar dos
horas al día a tocar ocho o porque pensamos recuperar el ritmo para el inicio
del curso después de semanas de descanso.
Cuanto
mayor vaya a ser el cambio previsto más tiempo de adaptación requerirá.
Aumentar un poco cada día
(una hora cada dos semanas puede ser adecuado) permitirá que nuestros músculos
se vayan adaptando disminuyendo, así, el riesgo de enfermar.
EMPIEZA EL CURSO, ELEGIR UN
INSTRUMENTO
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Cientos
de niños en toda España tendrán este otoño su primer contacto con un
instrumento musical. Los gustos del niño, las preferencias de los padres, los
consejos del profesor, el precio del instrumento o, incluso, si éste va a caber
o hacer juego con los muebles del salón van a ser los principales argumentos
para escoger uno u otro. Pero muy raramente, ya sea por desconocimiento o
falta de profesionales capacitados, van a tenerse en cuenta las aptitudes
físicas o condicionantes médicos del futuro instrumentista.
Así,
por ejemplo, un niño con los dientes inferiores con tendencia a crecer hacia
fuera, si elige el clarinete, puede ahorrarse un montón de dinero en
ortodoncia. Una niña con deformidad en la columna hacia la izquierda
posiblemente empeorará la evolución de ésta si escoge el violín pero la
corregirá si se decide por la flauta travesera.
No
estamos sugiriendo que sea el médico quién “recete” el mejor instrumento para
cada niño. Simplemente que, entre muchos otros condicionantes, se tenga
también en cuenta que las posiciones, los movimientos y las necesidades de
transporte propios de cada instrumento, incidirán sin ningún género de duda en
el desarrollo del niño... Y por ello deberían también ser sopesados en cada
caso.
ATRAPAMIENTO
NERVIOSO. EL SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO (I)
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
El
conocimiento de las tecnopatías que afectan al sistema nervioso no sólo es muy
importante, sino imprescindible a la hora de conseguir una buena calidad en las
condiciones laborales.
Sobre todo, en el caso de los músicos instrumentistas, por las consecuencias
que puede causar en su vida profesional padecer alguna de estas tecnopatías.
Dentro
de los trastornos que afectan al sistema nervioso derivados de la actividad
profesional, nos encontramos con lesiones físicas directas debido a golpes
(traumatismos) o a pinzamientos y atrapamientos nerviosos (a causa de
movimientos repetitivos).
Las
lesiones por movimientos repetitivos se producen por los continuos
microtraumatismos que el cuerpo no tiene tiempo de sanar. Esto puede ocurrir por cambios
patológicos del tejido conectivo y del tejido óseo tales como rotura
ligamentaria, degeneración y rotura tendinosa, fracturas por estrés o
atrapamiento nervioso. Estas lesiones implican desde dolor y limitación en los
movimientos hasta incapacidad completa en el trabajo y en la vida diaria.
Dentro
de las lesiones por atrapamiento nervioso uno de las más frecuentes que afectan
al colectivo de los músicos, es el llamado Síndrome del Túnel Carpiano,
patología de la mano de tipo neurológico caracterizada por la compresión del
nervio mediano cuando pasa por el Túnel Carpiano.
En
la cara anterior del Carpo entre los dos huesos más externos del mismo (el Escafoides y el Trapecio) y
los dos huesos más internos (el Pisiforme y el ganchito del Ganchoso, que a su
vez está reforzado por el ligamento transverso del Carpo) se forma una
estructura que recibe el nombre de Túnel Carpiano. Por él discurren, entre el
antebrazo y la mano, numerosas estructuras como el nervio Cubital, los tendones
flexores o el nervio Mediano, protagonista del presente artículo.
El
nervio Mediano se encarga de proporcionar información sensitiva y motora a una
parte del antebrazo y de la mano.
Como el Túnel Carpiano no es una estructura flexible, cualquier trastorno de
dicha estructura comprimirá al nervio mediano, desencadenando este cuadro.
Este
problema se produce con mayor frecuencia en las mujeres porque presentan,
estructuralmente, un canal carpiano más estrecho que el de los hombres.
Las
causas que pueden producir un Túnel Carpiano son variadas: fracturas de los
huesos del Carpo, fracturas del
Escafoides, artritis (inflamación del hueso) de la muñeca, inflamación del
ligamento transverso debido a traumatismos repetitivos en la cara anterior de
la muñeca, engrosamiento de los elementos que pasan por el túnel como tendones
o arterias, neurinomas del propio nervio Mediano (engrosamiento del nervio),
luxaciones de cualquier hueso del Carpo...
Los
síntomas que se dan son de tipo neurálgico. Aparecen parestesias (hormigueos)
y dolor que baja en ocasiones desde el hombro, codo, antebrazo y llega hasta
la mano afectando a los tres primeros dedos (pulgar, índice y media). El
dolor puede llegar a ser más intenso afectando a los músculos del dedo pulgar
como la eminencia tenar, produciéndose así la pérdida de fuerza y dificultad al
coger objetos y moverlos.
Respecto
a los instrumentistas que más se ven afectados por el síndrome del Túnel
Carpiano, se encuentran, entre otros, los guitarristas, violinistas, violas,
percusionistas y pianistas.
KINESIOLOGÍA Y BIOMECÁNICA DE LAS
ARTES ESCÉNICAS
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
La
Kinesiología quiere decir tratado del movimiento. Así pues tratará de
las alteraciones del movimiento muscular, es decir, del comportamiento de los
músculos.
En
cuanto a la biomecánica es la disciplina que tiene por objeto el estudio
de las estructuras de carácter mecánico y su aplicación al cuerpo humano y su
sistema locomotor.
Los
movimientos del cuerpo, incluso cuando éste permanece quieto o relajado, son
producidos por los músculos. Así pues siempre tenemos en nuestro organismo
músculos que se hallan trabajando. Incluso en el caso del reposo corporal, los
músculos que estarían en funcionamiento serían los pertenecientes a la llamada
musculatura estática.
En
cuanto a los “instrumentos”, el músico instrumentista no realiza,
normalmente, desplazamientos por el escenario. Así que es el colectivo que
menos riesgo corre de sufrir lesiones por traumatismo. Pero, curiosamente, la exigencia
a nivel muscular, les hace más propensos a padecer síndromes de sobrecarga. Para
estos profesionales es vital el tema de la ergonomía: También deberían contar
con una tabla de calentamientos y estiramientos, incluso para realizar en
escena.
ENFERMEDAD PROFESIONAL
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Los
pocos profesionales que nos dedicamos a la medicina del arte, aunque ya exista
una bibliografía considerable, todavía no hemos tenido suficiente tiempo como
para investigar, publicar y divulgar extensamente en todos los ámbitos. Eso
favorece que los tratamientos que se apliquen a los músicos sean exactamente
los mismos que se usan en otras profesiones y eso no siempre es adecuado.
Un
ejemplo de ello sería la distonía, considerada una enfermedad
común en la población general. Existe una variante de distonía que afecta al
músico y cuya causa en este colectivo es, exclusivamente, el hecho de haber
tocado durante años un instrumento musical. Es claramente, pues, una
enfermedad de tipo profesional.
Pero,
al afectar sólo a los músicos, es poco probable que un médico que no atienda
exclusivamente a este colectivo llegue a ver suficientes casos como para adquirir
suficiente experiencia y pueda entenderlos y atenderlos adecuadamente. Eso
condicionará que fácilmente equipare a la afección a la que padece la población
general. Con ello no solamente aplicará tratamientos inapropiados si no que,
además, catalogará de enfermedad común esta afección profesional.
(DISTONÍA: Alteración del tono normal de un
órgano o estructura, en la que el paciente adopta posturas fijas en
determinados grupos musculares).
¿CÓMO SE PUEDE
GRADUAR LA GRAVEDAD DE UNA LESIÓN?
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
Estadísticamente,
podemos comprobar que dentro del colectivo de los instrumentistas y de los
cantantes, la zona más afectada, en cuanto a lesiones, es la columna vertebral
en general y las extremidades superiores, dorsales, lumbares y cervicales en
particular.
Según
varias encuestas realizadas a profesores, alumnos aficionados y a profesionales
se ha llegado a la conclusión de que aproximadamente un 87% sufren de
problemas relacionados con el sistema musculoesquelético. Y eso es debido,
principalmente, a malas posturas y a movimientos repetitivos
agravados por factores como la presión, el estrés y por el número de horas de
trabajo que la música demanda para la preparación de exámenes, ensayos, etc.
Básicamente,
los signos más comunes que podemos observar y que nos demuestran que algo no
anda bien son, en primer lugar, la inflamación en músculos, en
elementos de sujeción como los tendones o las propias articulaciones.
Podemos encontrarnos también con enrojecimiento o rubor que puede
presentarse con sensación de calor al tacto. Por último, otro signo, es la dificultad
de movimiento de una determinada articulación.
En
cuanto a los síntomas, que pueden presentarse, habría que destacar, por
un lado la falta de sensibilidad sobre todo en las extremidades superiores
(brazos y manos); por otro lado, el hormigueo que muchas veces notamos en
los dedos de las manos y que se denominan parestesias.
El
síntoma más frecuente y reconocible es el dolor. Para poder graduar la gravedad
de una lesión derivada de la práctica de cualquier arte escénica, hemos de
responder a las siguientes preguntas: ¿Cuándo comienza el dolor?, ¿Cuánto
tiempo dura?, ¿Cómo nos afecta a la hora de tocar o interpretar?, ¿Cómo afecta
a nuestra vida cotidiana?
En
un primer nivel, se presenta el dolor, bien durante o bien después de la
práctica del instrumento, pero aún se puede seguir tocando con normalidad sin
verse limitado por este dolor que se puede denominar como leve.
En
un segundo nivel podemos hablar de dolor moderado. Aparece el dolor durante la
práctica del instrumento y comienza a afectar a actividades de la vida diaria.
Se
puede calificar de grave cuando vemos que ese dolor se manifiesta ya durante
todas las actividades de nuestra vida diaria. La persona es incapaz de tocar cualquier instrumento, de dar clase o
ensayar con normalidad.
Es
muy importante analizar en que nivel de dolor nos encontramos. Si nos
encontramos en el nivel uno, será necesario modificar en la medida de lo
posible la técnica, la postura y las horas de dedicación al instrumento y
observar la progresión del dolor. Si nos encontramos en los niveles dos y tres,
es mejor solicitar la ayuda profesional de médicos, fisioterapeutas,
osteópatas, naturópatas... También es importante que el profesional al que se
solicite ayuda, comprenda la especialidad de las artes escénicas de igual
manera que el deportista que sufre una lesión acude a especialistas en medicina
deportiva.
PATOLOGÍAS
MÚSCULO-ESQUELÉTICAS EN LA MÚSICA INSTRUMENTAL
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
Las
zonas que más índice de problemas causan son los miembros superiores y columna,
en especial, la cervical (cervicalgias). También son muy comunes las
lumbalgias y dorsalgias.
Antes
de pasar a enumerar las patologías más representativas que afectan a las
distintas familias de instrumentos, explicaremos, muy básicamente algunos
términos:
- Tendinitis y Tenosinovitis:
Inflamación localizada en el tendón y su vaina sinovial, entendiendo como tal
el envoltorio que rodea el tendón compuesto a su vez por un líquido que hace de
lubricante llamado líquido sinovial.
- Tenosinovitis de De Quervain:
Inflamación de la vaina del tendón del abductor del dedo gordo de la mano.
- Epicondilitis, también
llamado “codo del tenista”: Inflamación del cóndilo humeral que se encuentra en
la zona externa del codo.
- Síndrome del Túnel Carpiano: Atrapamiento
del nervio mediano al pasar por la zona del carpo de la muñeca donde se ha
producido un estrechamiento del mismo debido a sobreuso, sobreesfuerzo,
traumatismos...
- Síndrome del Túnel Cubital:
Atrapamiento del nervio cubital de similares características que el anterior.
- Braquialgias:
Dolores musculares que afectan al hombro e irradian hacia el brazo.
- Síndrome subacromial:
Afectación de los tendones que se encuentran por debajo del acromion en el
hombro.
En cuanto a las patologías más frecuentes en las
distintas familias de instrumentos, los pianistas y teclistas suelen sufrir
tendinitis De Quervain, síndrome del túnel carpiano, tendinitis de extensores,
tendinitis flexores 4º y 5º, tenosinovitis con o sin resorte de la 1ª polea de
los dedos, epicondilitis. También problemas lumbares debido a la postura de la
columna al tocar.
Los guitarristas e instrumentistas de cuerda
(frotada y punteada) padecen de tendinitis bilateral de extensores del carpo
radiales, tendinitis extensor común de los dedos, tendinitis bilateral del
extensor del carpo cubital, tenosinovitis del compartimento cubital, tendinitis
de De Quervain, síndrome del túnel carpiano, síndrome subacromial,
braquialgias, epicondilitis.
Los instrumentistas de viento en general, aparte de
la tendinitis de De Quervain, sufren de graves problemas estomatológicos y de
estructura maxilofacial según se trate de vientos madera o metal, a
consecuencia de las embocaduras. Además, en el caso de trompetistas, son
frecuentes las tenosinovitis de la primera polea de los dedos. Y en el caso de
flauta y la trompa, la tendinitis del extensor del carpo cubital izquierdo y la
tendinitis del extensor común de los dedos.
La familia de la percusión, puede padecer tendinitis
de De Quervain y epicondilitis, síndrome del túnel carpiano: Y, en cuanto a los
directores de orquesta, también sufren de patologías derivadas del ejercicio de
su profesión, como el síndrome subacromial por el movimiento continuo de la
batuta.
INDEPENDENCIA DE
LOS DEDOS
(por
Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
La
capacidad de mover por separado los dedos de la mano es una habilidad
perseguida por cualquier músico. No nos extraño pues cómo muchos de ellos
dedican horas de arduo trabajo a mejorarla.
Uno de los casos más conocidos fue el de R. Schumann
quien, obsesionado por obtener una mayor libertad entre su tercer y cuarto
dedo, se hizo construir un teclado portátil que le permitiera entrenar a todas
horas. Viendo que ese trabajo intensivo no era suficiente, decidió utilizar un
sistema de poleas que ataba a los dedos. Al contrario de lo que esperaba
consiguió que su mano enfermara y jamás volviera a tocar correctamente con
ella.
Seguramente
él no sabía que, aunque es evidente que la práctica puede mejorarlas, existen
una serie de limitaciones anatómicas que conllevan que la independencia absoluta de los dedos sea una utopía. La
falta de músculos propios para cada uno de los dedos y, sobre todo, la
existencia de un elevado número de interconexiones entre los tendones hacen de
ésta una tarea biomecánicamente imposible. Así, luchar desmesuradamente
por vencerla no solamente resultará inútil si no que, seguramente, acabará por
lesionarnos.
¿Existe alguna
solución para el llamado “cáncer del músico” ? (distonía focal)
(por
Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Parece
que fue R. Schumann, obsesionado por conseguir la independencia de sus dedos,
el primer intérprete conocido que pudo haber sufrido una curiosa y devastadora
afección denominada distonía focal o, más popularmente, el “cáncer
del músico” un problema que, actualmente, podría estar afectando a uno de
cada doscientos instrumentistas.
Las
causas que llevan a un músico a desarrollarla no están totalmente esclarecidas.
De todas formas, aunque parece incuestionable que debe existir algún tipo de
predisposición personal, parece muy probable que se centren en la práctica
instrumental intensiva y en los motivos de estrés, tanto físicos como
psíquicos.
El
síntoma básico es la pérdida gradual de la coordinación de un movimiento
determinado sobre el instrumento que, al poco tiempo, se acompaña de tensión en
otras de la mano o el antebrazo.
Una de las principales características de estos síntomas es que tales
alteraciones no se presentan, o lo hacen con mucha menor intensidad, cuando el
mismo gesto se ejecuta fuera del instrumento.
Seguramente
fue esta curiosa selectividad, junto a otros equívocos, la que llevó a
considerar, hace varios decenios, la distonía focal como una afección de
tipo psiquiátrico. Actualmente, una vez reconocido universalmente que se
trata de una afección de tipo neurológico no degenerativo, han proliferado
los estudios en busca de las alteraciones subyacentes a esta dolencia. Los
datos existentes parecen indicar que, tal y como sucede de forma natural en
cualquier proceso de aprendizaje, el trabajo intensivo en el instrumento
comportaría una serie de cambios en la organización del sistema nervioso
central.
En
sujetos predispuestos en que el trabajo ha sido demasiado agresivo esta
especialización y automatización de los movimientos (imprescindible para poder
ejecutar movimientos complejos a gran velocidad y precisión) no se
detendría en el punto deseado. En
ellos se ultrapasan, involuntaria e inconscientemente, los límites perseguidos
de refinamiento neurológico estableciéndose unos circuitos neuronales súper
especializados anómalos y de alta energía cortical.
Se
han intentado multitud de remedios: acupuntura, quiropraxia, relajación,
hipnosis, homeopatía, intervenciones quirúrgicas y todo tipo de medicaciones
sin que ninguno de ellos haya demostrado un efecto consistente ni duradero.
Incluso la toxina botulínica, un medicamento inyectado que se ha mostrado
bastante útil en otro tipo de distonías, resulta poco eficaz en los músicos,
aunque se aplicaba por manos expertas. Por todo ello se ha tendido a considerar
la distonía focal como una enfermedad incurable.
Sin
embargo , interesantes líneas de trabajo,
la más considerable de ellas en Francia, demostraron que, como mínimo en
algunos casos, es posible “reprogramar” el cerebro distónico. El problema
básico de estas terapias es su bajo índice de resultados y la extremada larga
duración del tratamiento.
Estas
limitaciones llevaron, hace poco más de tres años, a investigadores de la
Universidad de Konstanz (Alemania) y del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa a buscar nuevas alternativas. Así, basándose sobre todo en los
resultados de estudios propios, se llegó a la conclusión de que la mejor manera
de “combatir” esas modificaciones de alta energía neuronal debería sé basándose
en el mismo principio que lo causó: el movimiento repetitivo intenso. Para
ello se diseñaron programas de trabajo sobre el propio instrumento en los que,
intencionadamente, se limita el movimiento de alguno de los dedos con la
intención de que el cerebro, al tocar el instrumento, no pueda recurrir a los
programas automáticos alterados y le obligue a “crear” unos nuevos y correctos.
El
trabajo conjunto de estos dos centros que, desde hace un año, se realiza de
forma centralizada sólo en Terrassa parece haber aportado algunos frutos
interesantes y, de los más de cuarenta instrumentistas tratados hasta el
momento, cerca de un ochenta por ciento ha conseguido mejorar su afección e,
incluso, recuperar su nivel previo de interpretación.
Las
grandes ventajas del tratamiento, dejando de lado el mayor número de buenos
resultados, son que el paciente trabaja continuamente con su instrumento
(aunque con ciertas limitaciones) y que los efectos de la terapia, si ésta es
efectiva, se suelen empezar a notar de inmediato.
Los
principales puntos por resolver, y que hacen que deba considerarse esta terapia
todavía como experimental, son el corto
tiempo de seguimiento y el hecho de que todavía no se ha conseguido reproducir
los buenos resultados en todos los pacientes y todos los instrumentos. Es por
ello que los principales esfuerzos actuales van encaminados a poder mejorar el
tratamiento para que sea efectivo en un mayor número de casos, acortar el
tiempo de tratamiento (que actualmente es de un año) y adquirir mayor
experiencia y seguimiento de los pacientes tratados.
GESTALT para
músicos
(Marisa
Manchado es compositora)
“Me
pasé todo el concierto intentando ver que hacía técnicamente, y finalmente me
di cuenta de que no había nada que ver porque en realidad no hacía nada”.
(Carmen Martínez, pianista, sobre un recital de György Debok).
Como
diría Paco Peñarrubia (Escuela Madrileña de Terapia Gestalt, Manual del Curso
Básico), de los muchos apellidos con que se ha denominado a la terapia
Gestalt – “terapia de aquí y ahora”, “terapia del contacto”, “terapia
de concentración”, etc.- seguramente el más simple y descriptivo sea
“terapia de darse cuenta”. Darse cuenta es la traducción del original
inglés “AWARENESS”. En publicaciones argentinas se suele hablar de tomar
conciencia y Claudio Naranjo (La vieja y novísima gestalt, 1989 Ed. Cuatro
Vientos, Chile) a ha acuñado otro verbo: percatarse. “Awareness”
tiene también las connotaciones de estar alerta y atento, con actitud de estar
despierto, no con esfuerzos voluntariosos: “la capacidad de darse cuenta
“awareness”, podría describirse como la melliza desdibujada de la atención.
En
el caso del aprendizaje de un instrumento: hasta que no “dominamos la técnica”
no somos capaces de “disfrutar”, “interpretar”, etc.
¿Qué es entonces el darse cuenta? La espiritualidad
oriental hablaría de “iluminación”, las tradiciones chamánticas hablan de
conocimiento” (el hombre que “ve”, la persona de conocimiento), etc.
En
Gestalt, el terapeuta utiliza sus propios sentimientos y estados de ánimo como
instrumentos terapéuticos.
La
Gestalt, que es la filosofía de lo obvio, tiene tres preceptos básicos que no
son obligaciones sino realidades:
1. Valoración de la actualidad
temporal, espacial y material, es decir, el presente en lugar del pasado o el
futuro, lo presente en lugar de lo ausente, y el acto en lugar del símbolo.
2. Valoración de la atención y
aceptación de la experiencia.
3. Valoración de la responsabilidad,
entendiendo que somos responsables de nosotros mismos, queramos o no. La
terapia Gestalt acentúa la conciencia de esta responsabilidad, con una
permanente invitación a que la persona se responsabilice de lo que está
haciendo, sintiendo, evitando, negando, deseando, inhibiendo, etc.
¿Cómo puede ayudar la terapia Gestalt a los músicos?
La
conciencia de qué nos está pasando (tanto física como intelectual o
emocionalmente); cómo sentimos el cuerpo (tenso, relajado o,
directamente, no lo sentimos); que emoción nos produce la música que estamos
interpretando; la concentración en la interpretación, en la escucha,
tanto interna como externa; y, finalmente, la comunicación que
solamente se produce cuando “en lugar de interrogar-preguntar nos
mostramos-enseñamos desde uno mismo”, son elementos básicos en la formación
de un músico e indispensables en la actividad profesional.
La
Gestalt trabaja desde el presente y en el más riguroso “aquí y ahora” de manera
que valorar la experiencia e incorporarla para tomar conciencia de que estamos
“evitando”, por ejemplo, nos ayudará a ser honestos con nuestras dificultades
“musicales” y también a valorar nuestras capacidades y habilidades; porque
tantas dificultades tenemos para la frustración, es decir, para reconocer
nuestros límites, como para reconocer nuestras posibilidades y recursos. Tan
difícil nos resulta asumir que nuestras habilidades técnicas son limitadas,
porque nuestras capacidades son así, como –a la inversa- reconocer que nuestras
capacidades no están “explotadas” lo suficiente.
Nos ayudará también a desvelar el
fantasma de la “exigencia” y el perfeccionismo técnico, ya que se nos olvida
que la técnica es un medio y no un fin, y ahí nos perdemos. Por último, el
desarrollo de la espontaneidad y la creatividad son intrínsicos a la terapia
Gestalt, ya que es uno de sus preceptos básicos, y cabría decir lo mismo del
“hacer musical”, parafraseando a Baudelaire “lo imprevisible convertido en
necesidad”, eso es el arte, y pocas sorpresas, musicales y vitales,
obtendremos si no trabajamos con una actitud espontánea y creativa.
ATRAPAMIENTO
NERVIOSO. EL SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO (II)
(por
José Luis Linares, Masajista-Osteópata)
En
general, el tratamiento, depende de la intensidad de la lesión. Se recomienda reposo,
férulas especiales para la muñeca (género de plantas vivaces que comprende
unas 70 especies, de las regiones cálidas del Mediterráneo y de Asia Central), antiinflamatorios,
frío local, modificaciones ergonómicas, es decir, cambios en los hábitos
posturales. Para un siguiente nivel de dolor, se suelen emplear inyecciones
con corticoides. Por último si persiste el problema, el tratamiento a seguir es
el quirúrgico.
¿En
qué consiste la operación de un túnel carpiano? Se suele realizar de forma
ambulatoria, la persona después de la intervención se marcha a su casa, siempre
y cuando no surjan complicaciones. La intervención, consiste en una incisión en
la muñeca, se emplea anestesia local y viene a durar unos 10 ó 15 minutos. Se
corta el ligamento transverso que pasa por encima del nervio mediano para que
deje de estar comprimido y asís liberarlo. Tras la intervención, la muñeca
puede ser inmovilizada con un vendaje grande y una muñequera para ayudar a
estabilizar la zona. La férula se utiliza durante las dos primeras semanas
después de la operación.
Ahora
bien, aparte de los distintos tratamientos de la medicina tradicional, no
debemos descartar los de la medicina alternativa. Si el músico elige un
tratamiento combinado de osteopatía y masaje, primeramente será necesaria una
valoración previa por el terapeuta. Existen casos en los que se diagnostica
túnel carpiano y, sin embargo, a pesar de que los síntomas eran muy similares,
el problema no procedía del estrechamiento del canal sino de algún punto de
presión a lo largo del recorrido del nervio mediano. Dicha valoración consiste
en una exploración palpatoria neuromuscular siguiendo todo el recorrido del
nervio mediano desde su origen hasta su inserción. Siendo su origen la zona
dorsocervical, va descendiendo por el hombro hacia el brazo, antebrazo y se
inserta en la mano hacia los dedos. Mediante técnicas de masaje se descarga
toda la musculatura de la espalda ya que existen muchos músculos profundos que
al estar contracturados pueden atrapar la raíz del nervio. Por último, se
puede aplicar una batería de estiramientos y correcciones osteopáticas
totalmente personalizada.
NECESIDAD Y
UTILIDAD DE LAS PAUSAS
(por Jaume
Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del
Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte)
Necesidad,
de realizar pausas en la rutina del entrenamiento, descansar algún día de vez
en cuando para recuperar fuerzas.
Esto se basa en que, en primer lugar, para
contribuir a consolidar el aprendizaje, resulta imprescindible un receso. El
cerebro necesita reforzar el material relevante que ha adquirido y eliminar el
superfluo y eso requiere un cierto grado de sosiego neurológico.
El músico acumula un cierto grado de fatiga física
al tocar. Por ello, parece también lógico que se plantee la posibilidad de
descansar de vez en cuando. Más
aún, como se ha demostrado en este colectivo, al centrarse el esfuerzo sólo en
pequeños grupos musculares suele tratarse, de un cansancio sutil y, a menudo
imperceptible.
También parece comprensible que, para mantener una
correcta higiene mental, resulta provechoso desconectar del instrumento, aunque
sólo sea unos pocos días al mes.
Sin dudad se trata de encontrar un equilibrio entre lo mínimo que el músculo
necesita para que la pausa sea efectiva y lo máximo que el cerebro pueda
tolerar de pérdida.
Debe añadirse que tocar muy irregularmente es un
factor de riesgo añadido de enfermar. Eso es debido a que la adaptación a
cualquier esfuerzo pasa por mantener un ritmo de trabajo lo más constante
posible.
Aconsejaríamos que el músico se acostumbrara a incorporar pequeños descensos
regulares de su actividad instrumental. Puede tratarse simplemente, de un día
de menor intensidad de trabajo. El consejo sería que el músico, a partir de
lo dicho, experimentara y encontrara el punto justo que se adapte mejor a su
tipología.